El agua potable o agua de consumo humano (ACH) es aquella que se puede beber sin peligro, pues no provoca ningún daño para la salud.
Antes de tomarla, el agua de ríos, lagos y otras fuentes de agua dulce debe ser potabilizada, es decir purificada o depurada.
Así se elimina del agua las partículas de arcillas, algas y microbios.
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